Pero con el paso del tiempo, los remos se fueron encarnando en mi cuerpo, hasta convertirse en mis dos manos. Ya se ha vuelto una rutina el remar y remar...
Desde hace ya bastante tiempo vengo remando...
Hoy, ya no hay salvavidas que me saque a flote en la corriente, y me siento a merced de las olas, dispuesta a entregarme y que el destino me arroje en alguna orilla.
Ya no me da la cabeza para pensar una fórmula salvadora.Creo que de tanto tragar agua, se me deben haber inundado hasta las ideas.
Hoy, necesito que un otro piense por mí, qué oficie de brújula, de guía. Que sea un bastón que me sostenga un tramo del camino, y una mano dispuesta a alivianar el peso de mi mochila.
Necesito más que nunca alguien que me rescate.
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