De alguna manera siempre he defendido que las cosas no suceden al azar, aleatoriamente y sin sentido, sino que a menudo, suceden en el momento determinado que tocaba que sucedieran, aunque el sentido de muchas de ellas no siempre somos capaces de entenderlo en el mismo instante en que suceden.
No es una creencia de predestinación, no. Es la sensación de que cuando debemos aprender algo la vida nos pone de frente algo de lo que tener que aprenderlo irremediablemente, y que solo cuando es el momento oportuno las cosas se dan, aunque no sepamos apreciarlo de ese modo cuando ocurre.
Pero el tiempo siempre acaba poniendo las cosas en su sitio. En el lugar que le corresponde...
Al menos siempre he querido creerlo así...
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