Me llevo puesta los espacios, las comas, los punto y seguido. Me zambullo en los abrazos, en el olor de la piel, en esa porción de ternura y me pierdo.
Pero no puedo pedir perdón por mi intensidad. No quiero. Si el que está a mi lado se aleja porque respiro entusiasmo que siga su rumbo a una tierra de vientos contaminados y descomprometidos. La emoción está ahí, para vivir cada historia como si fuera la última. Dure un segundo, una primavera, o la vida entera, porque para mí no hay otra forma de vivirla que no sea esa, y porque de otra forma no merecería ser recordada.
Al que le guste bien, y al que no... también .
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